No es raro encontrar padres que confiesan: “no me entiendo con mi hijo. Es como si hablásemos idiomas diferentes”. ¿Qué se puede hacer para mejorar la comunicación?
  • Pasar tiempo con los hijos, que son más importantes que los amigos o el trabajo.
  • Buscar momentos para escucharles con atención e interés: por ejemplo, en las comidas o en las cenas, estar toda la familia juntos y con la televisión apagada.
  • Esforzarse por comprenderles, poniéndose en su lugar.
  • Reconocer la parte de verdad que pueda haber en alguna de sus rebeldías.
  • No imponer sin más una conducta, sino mostrar los motivos que la aconsejan.
  • Respetar su libertad: educar no es amaestrar, sino facilitar a los hijos los instrumentos necesarios para que aprendan a usar bien su libertad.